miércoles, 2 de septiembre de 2009

Rojos - las amapolas, el fuego, tus labios


Los rojos, al igual que los ocres, han estado siempre presentes en la naturaleza en forma de óxido de hierro.

En el 3000 a.C. los egipcios utilizaban sulfuro de arsénico para obtenerlo. Los romanos empiezan a usar el rojo cinabrio de Almadén, un bermellón cuyo elevado coste lo convierte incluso en signo de ostentación.
También utilizan la rubia, una planta de cuyas raíces se obtiene un rojo vivo para teñir tejidos.

La gama de colores se amplía considerablemente entre los siglos IX y XV. Rojo escarlata o de gules, laca roja de palo de brasil y con el descubrimiento de América, empleo de la cochinilla, un insecto parásito que da una fabulosa gama de rojos escarlatas y carmesíes. Es tal la importancia de este color que en 1467, el papa Pablo II decide que éste sea el color de las vestimentas de los cardenales.

Ya en el XIX se dejan de utilizar la rubia y la cochinilla, lo que arruinará cultivos y negocios. En 1878 Roussin, farmacéutico francés, obtendrá un colorante rojo azoico pero no lo patenta. Lo que origina que Hofman publique su propio modo de fabricación y que las fábricas alemanas lancen al mercados rojos amapola y escarlata.

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