Nuevamente fueron los egipcios quienes inventaron la tinta 3000 años antes de la versión china. Se trata de una dilución muy opaca de negro de humo disuelto en agua para escribir sobre papiros.
No obstante, ninguna materia colorante da un negro perfecto. Durante milenios los negros han sido azulados o rojizos, excepto el negro fabricado por la mezcla de agalla y vitriolo verde (sulfato ferroso). Resulta económico, pero el tiempo lo deteriora y libera ácidos que destruyen el soporte.
En el S. XVIII aparecen tintes a base de índigo y madera de campeche y zumaque. En el XIX aparecen los negros de Elbeuf, Sedan o Montauban que llegan justo a tiempo dada la profusión de trajes de este color.
El negro es un color que ha fascinado a numerosos artistas, entre ellos Van Gogh, que investigó materiales que le permitieran obtener negros profundos.
En una de sus cartas a su hermano Théo escribía: “...Esa tiza (la tiza de montaña) tiene alma y vida, en cambio el Conté me parece lúgubre. Dos violines pueden tener más o menos el mismo aspecto, pero cuando se tocan, uno produce un bello sonido, mientras que el otro no da nada.
La tiza de montaña encierra muchos sonidos y resonancias. Me atrevería a decir que la tiza de montaña comprende lo que uno quiere hacer, escucha con inteligencia y obedece, mientras que el Conté es apático y nunca pone de su parte. La tiza de montaña tiene verdadera alma de gitana: envíame algo de esta maravilla si no es mucho pedirte.”
No obstante, ninguna materia colorante da un negro perfecto. Durante milenios los negros han sido azulados o rojizos, excepto el negro fabricado por la mezcla de agalla y vitriolo verde (sulfato ferroso). Resulta económico, pero el tiempo lo deteriora y libera ácidos que destruyen el soporte.
En el S. XVIII aparecen tintes a base de índigo y madera de campeche y zumaque. En el XIX aparecen los negros de Elbeuf, Sedan o Montauban que llegan justo a tiempo dada la profusión de trajes de este color.
El negro es un color que ha fascinado a numerosos artistas, entre ellos Van Gogh, que investigó materiales que le permitieran obtener negros profundos.
En una de sus cartas a su hermano Théo escribía: “...Esa tiza (la tiza de montaña) tiene alma y vida, en cambio el Conté me parece lúgubre. Dos violines pueden tener más o menos el mismo aspecto, pero cuando se tocan, uno produce un bello sonido, mientras que el otro no da nada.
La tiza de montaña encierra muchos sonidos y resonancias. Me atrevería a decir que la tiza de montaña comprende lo que uno quiere hacer, escucha con inteligencia y obedece, mientras que el Conté es apático y nunca pone de su parte. La tiza de montaña tiene verdadera alma de gitana: envíame algo de esta maravilla si no es mucho pedirte.”
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