Los egipcios son los primeros en utilizar un verde de sales de cobre. Los griegos utilizan mezclas de amarillo y azul. Sin embargo, los romanos usan tierras verdes, ricas en arcilla como la glauconita y la celadonita, de un color verde tirando a azul, sumamente escasa y muy apreciada por los artistas.
En la Edad Media aparece el verde esmeralda, obtenido a través de pigmentos minerales como el cobre o los barros verdes. En los libros de recetas de la época se aconseja añadir resina de pino y de betún a estos materiales.
En el S. XVI, con la mejora del nivel de vida, hay una gran demanda y búsqueda de nuevos pigmentos y tinturas. Aparecen los célebres verdes ingleses, mezcla de azul de Prusia y amarillo de cromo así como los verdes de cromo, de cobre y de arsénico.
En el XIX, Frédéric Kuhlmann, director de una importante fábrica de productos químicos en Lille descubre el verde de Kuhlmann, a base de cloruro de cobre. En 1862 se crea el primer colorante verde, el verde de aldehído de Cherpin, superado en 1866 por el verde de yodo de Hofmann.
